miércoles, 30 de junio de 2010

Lo mejor de los amigos

DEL DICHO AL HECHO HAY MUCHO TRECHO
Por Leopoldo de Quevedo y Monroy
(Colombiano)


Me apresuro a recoger el guante que ha tirado desesperado el amigo ilustrado Marco A. Valencia desde esta misma tribuna de Proclamanortecauca. Él aboga por una tranquilidad democrática en el periodismo una vez elegido el nuevo mandatario de los colombianos. Que cesemos de hablar de lo malo que ha sucedido y queda como legado al buenote de Santos. Que no empecemos desde ya a hacerle mal ambiente.

Y, sí. Dejemos que le vaya bien en la gira con su nominada a Canciller. Nos quedaremos entre el bolsillo con la nueva frase que reemplazará la que retumbó en nuestros oídos como una ametralladora: la seguridad democrática, que no fue muy seguridad ni mucho menos democrática. Hoy la frase acuñada está bien peinada: Prosperidad democrática. Por lo menos es esperanzadora y tiene un contenido claro.

Yo entiendo la prosperidad como un estar muy bien económicamente y gozar de confianza en las espaldas por parte de todos los colombianos. No sólo de los ministros, magistrados, alcaldes, gobernadores, parlamentarios, y funcionarios de alto rango. No sólo de los banqueros, terratenientes, concesionarios de vías y de obras, amigos del gobierno. No. Eso no sería democrático. La prosperidad debe llegar al campesino hasta ahora raso, olvidado, a la mujer enclaustrada como en la Edad Media en la casa sin oportunidades, a los jóvenes de entre 18 y 35 que recién salen del bachillerato y la universidad. Prosperidad para los trabajadores en almacenes, industrias nacionales y de dueños extranjeros, que puedan gozar de seguridad social, salarios decentes y una confiable estabilidad. Prosperidad para los ancianos y niños que por Constitución deben atenderse en primer lugar. Si eso es lo que se anuncia en la frase, será bienvenida y hasta reelegiremos al bien vestido Santos.

Demos, pues, un compás de unos meses. Esperemos que se siente en su solio rojo, planee, cree estrategias y las comunique para bien de todos los que nos llamamos pueblo colombiano. Pueblo en griego se escribe demos y desde ella entendemos que es democracia, el poder del pueblo. Y agregó Rousseau, gobierno del pueblo, para el pueblo.

El oficio del periodismo ayer, hoy y siempre, amigo Marco A., será informar, indagar, destapar, denunciar, recrear sobre lo que sucede a diario. No podemos plegarnos los escritores, y menos los columnistas, a correr el velo de lo que pasa y sólo ver lo bueno y lo que comen en su mesa los gobernantes. Estaríamos ocupando el lugar de los bufones y lagartos que a toda hora se visten de zalameros y pintan su cara de risa para agradar a caciquillos y patronos.

Por favor, no nos invites a meternos un metro de estopa en nuestras bocas, y a escribir novelas rosa sobre lo que ocurre en nuestra ancha casa. Cuando el nuevo gobierno nos sorprenda haciendo realidad su frase, nuestra voz se convertirá en colchón de plumas y descansaremos de tanta guerra, tanto desempleo, tanto empleo informal, tanta corrupción, tanta desigualdad. Batiremos palmas, haremos manifestaciones de alborozo y echaremos voladores. No lo dudes. ¿Quién no lo hará, amigo poeta y columnista? Mientras tanto, endulzaremos el alma con lecturas y música de vientos y cuerdas.


No hay comentarios: