lunes, 8 de febrero de 2010

A Propósito del Día del Periodista

El texto que viene a continuación son apartes de la introducción al libro “Las Nuevas Tendencias de los Géneros Periodísticos” del Periodista Alberto Galvis Ramírez, Editorial Corporación tecnológica ACORD. A propósito del Día del Periodista, dejo a mis colegas este texto; me parece real, certero y adecuado para los tiempos por los que está atravesando nuestro “noble oficio del Periodismo”.


El periodista no es un ser humano normal. No puede ni debe serlo, porque su vida siempre va en contravía del común de los mortales. Todos los hombres tienen derecho a gozar y a sufrir, y a expresarlo con el alma. Todos tienen derecho a amar causas con pasión y defenderlas sin temor. Todos los seres humanos militan y luchan por unos ideales, y los gritan sin miedo. Todos pueden ser locos y no esconderse para disfrutarlo. Todos deben ser ambiciosos porque la visión distorsionada de nuestra realidad mundana señala que “tener” equivale a “ser”. Y todos pueden programar sus vidas y vivir de manera normal.

Los periodistas no, o mejor dicho sí, pero con el riesgo de encontrarse de frente con ese bello y tiránico monstruo que los acompaña día y noche, y les dice hasta dónde puede llegar su papel como simple y vulgar mortal, y la realidad de sus horarios de vida y profesión.

Y no se trata de las mojigaterías propias de un apóstol. Sin embargo, el periodista es un apóstol.

(Foto Periodismo digitalytal)

Tampoco del cuidadoso aplomo de los líderes. Pero es un líder. Menos del pedante oficio de los críticos. Y es un crítico del mundo. Ni siquiera del apreciado y burlado papel de los consejeros, pero aconseja todo el tiempo.

Qué es entonces este elemental y complejo, menudo y enorme, callado y parlanchín, a quien se admira, se quiere o se odia todo el tiempo? ¿Acaso un extraterrestre? ¿Tal vez un santo? Si lo fuera, ¿de dónde tendríamos que sacarlo? ¿De un convento? ¿Del mismo cielo?

Algunos periodistas dirán que estamos exagerando, mientras se pellizcan, les duele y recuerdan desvaríos en sus caminos, que demuestran que son vulnerables. Además, ser humanos del montón les brinda la oportunidad y el derecho a equivocarse, y eso es bueno como explicación, pero también como disculpa para justificar desafueros.

Estaremos exagerando frente a las realidades, pero no frente a los compromisos del periodista. Es decir, una cosa es lo que el periodista en la mayoría de los casos es capaz de ser y otra lo que debería ser para cumplir a cabalidad con su deber.

El periodista es capaz de ser más o menos objetivo, porque existen demasiados atenuantes para lograrlo; más o menos veraz, porque la verdad absoluta no existe; más o menos capaz, porque el conocimiento es costoso y exigente; más o menos responsable, porque su medio tampoco lo es; más o menos vertical, porque las amenazas, blandas o demoledoras, se lo impiden, y más o menos honrado, porque gana poco, el mal ejemplo lo rodea y las necesidades lo agobian.




Cierta vez Javier Darío Restrepo, una de las conciencias del periodismo colombiano, dijo en una conferencia: “El periodista debe ser pobre”. De inmediato cayeron sobre él toneladas de críticas, una de ellas de un importante hombre de la radio quien dijo muy tieso y muy fatuo: “¿Pobre? Será pobre él que no es nadie, pero yo he tenido la oportunidad de hacer dinero, porque me lo he merecido”. Sólo una mente ligera entiende textual y precariamente lo que dijo Restrepo, y sólo una mente ligera expresa lo que el personaje de marras entendió. ¡Cuánta sabiduría hay en las palabras de Javier Darío Restrepo! y ¡cuánta necedad en la respuesta! Ser pobre es ser “necesitado, humilde, mendigo, soberbio, escaso, carente, mezquino, bajo, mísero e infortunado”, pero también “pacífico, quieto y de buen genio e intención” 1. Qué contradicción tan grande, porque mientras las primeras acepciones le dan un significado degradado, la última lo eleva a una condición privilegiada que es la que realmente sirve cuando nos referimos al ser humano llamado periodista.


También se puede entender esa pobreza desde la otra orilla, la peligrosa orilla de las ambiciones de los hombres por las riquezas. En este caso ser pobre no es un estado que se busca, sino el resultado de una vida austera producto del interés por acumular otro tipo de riquezas diferentes a las económicas, como las que brindan los principios y el conocimiento.

La interpretación del hombre de radio que mencionamos podría tener cuatro explicaciones: 1. El enfoque mercantilista que por lo general se le da a la vida; 2. La ligereza de algunos periodistas para entender algo; 3. La soberbia de quienes se consideran grandes por su fama, y 4. La limitada preparación, que les abre un estrecho campo de acción en el mundo de la inteligencia. Esta primera parte de la introducción de Los Géneros Periodísticos: de la “a” a la @, se relaciona con los tres capítulos iniciales, que son la base para poner en marcha el engranaje de los nueve restantes. El primero ubica al periodista en el mundo del humanismo y lo invita a rescatar aquellos principios que han sobrevivido durante siglos al avasallador paso del hombre y de sus cambiantes culturas. “Homo sum et himani nihil a me alienum puto” (“Hombre soy, y nada humano debe serme extraño”), decía Terencio. Ese debe ser el periodista, para quien el único motivo de preocupación es el hombre de cuerpo y alma, sin importar razas, políticas, credos, religiones, tendencias y gustos.

(Foto del Blog Prensa Virtual Trujillo –Perú-)

En estas primeras propuestas mostramos las extraordinarias similitudes en los papeles del periodista y del humanista, que tienen el mismo objeto, el hombre; el mismo entorno, la sociedad, y los mismos hechos, los propios de la rutina que deben vigilar y denunciar. Lo único que cambia es la forma de hacerlo, que para los humanistas podría ser cualquiera y para los periodistas, el calificado y honesto ejercicio en los medios de comunicación y las consecuencias de decir la verdad. Buscamos que si el periodista regresa a su condición de humanista rescate esta ciencia como la única pirámide que sostiene su mundo.

La World Association Newspaper (WAN), entidad que agrupa a 18.000 periódicos de todo el mundo, publicó desde finales del Siglo XX informes alarmantes sobre el descenso en las ventas de los diarios y de su publicidad, reflejados en el debilitamiento paulatino de sus finanzas, mientras mucha publicidad y lectores migraban hacia la Internet.

Cuando terminamos de escribirlo, el panorama empezaba a cambiar por la inercia natural -o las destorcidas- de todos los fenómenos bruscos, y por un segundo elemento que es el que nos interesa: las modificaciones introducidas en los diarios impresos en materia de contenidos y de presentación, para adaptarlos al nuevo lenguaje de la imagen, el color y el movimiento con el cual crecen las nuevas generaciones, gracias a la Internet. Dichas variaciones se refieren al buen uso de los viejos géneros periodísticos, en especial los profundos y los de opinión, como el reportaje, la crónica y el artículo, lo mismo que los visuales, como la fotografía, la caricatura y la infografía. Todo ello dirigido a varios frentes como las llamadas “generaciones X y Y y al periodismo de nicho, desde luego, sin descuidar a los lectores clásicos de los diarios impresos.



(Foto blog altaidea)


La noticia es quizás el género más estático y menos difícil de manejar, pero a la vez el principal centro de la discusión, porque sobre los hechos rutinarios y de actualidad -es decir, frescos- es que se construyen los medios de comunicación impresos y los cibermedios. Muchos hoy descalifican la noticia en los impresos, porque es posible que los lectores, cuando toman el diario cada mañana, por la gran cantidad de opciones de información que tienen, ya conozcan los principales hechos que les interesan, así sea en una primera y elemental versión. Sin embargo, eliminarla de los diarios impresos sería hacerlos depender de la radio, la televisión y la Internet, es decir, convertirlos en apéndices de ellos. También obligar a sus lectores a la incómoda tarea de buscar las noticias en unas fuentes y los contextos en los diarios. La discusión es sobre los cambios que debe sufrir para que no parezca vieja en un periódico impreso, pero nunca sobre su razón de ser. La noticia es el corazón del periodismo. Sólo desde su existencia como punto de partida, se justifican los demás géneros periodísticos. Si no hay noticia, no hay suceso que complementar con un reportaje, humanizar con una crónica, profundizar con una entrevista, explicar con un artículo o comentar con una columna. Además, los diarios son el registro de la historia que se va tejiendo cada vez que un segundo se suma al infinito tiempo del mundo.

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