miércoles, 24 de junio de 2009

Un pedacito de mi, para todos

Las corrientes del periodismo actual en Colombia, lamentablemente han estado impregnadas de un cierto sabor a discriminación, donde se tiene cabida en la medida que seas altamente competitivo; o ello, acompañado de una estrella de suerte, que te ponga en el lugar adecuado y en el justo momento en que puedas desplegar tus conocimientos o aptitudes, tus anhelos y sueños. Afortunadamente la web ha roto estos esquemas. Internet se ha convertido en el medio democrático y desde cualquier posición o lugar, puedes demostrar tus talentos, tus visiones, percepciones e intereses hacia las expectativas no solo de quienes te rodean, si no de aquellos que navegan con el fin de ampliar su horizonte de conocimientos o de nuevas experiencias informativas, comunicacionales o literarias.

Esta premisa, se ha convertido, para nosotros los periodistas, en el avatar que nos brinda la posibilidad de mostrarnos, de exponernos y de mostrarnos como los profesionales comprometidos con un mundo globalizado, deshumanizante, pero lleno de oportunidades y emociones, sin disculpas para sentir, para vivir, para no guardarnos las vivencias y si, transmitirlas; un mundo que nos impone la tarea seductora de ser multiplicadores y narradores de historias, con el compromiso inaplazable de secundar en la construcción de una sociedad más justa, más ecuánime y más progresista.

Tal vez no he sido discriminada en mi tarea, la estrella ha alumbrado en mi horizonte periodístico un par de veces, pero se volvió intermitente en el ocaso de la mañana que llega con las angustias a que nos somete el día a día de una sociedad en crisis. No he querido borrar de mi mente la noche en que con aprensión extendí mis manos y un premio nacional de periodismo me llegó para escribir una página gloriosa, que mi corazón me reclama en cada esquina para la dicha de volverlo a sentir. Por eso estoy aquí. Estoy ante el alquimista del buen periodismo. Invocando esa estrella, para que me bendiga y pueda brillar sin su luz.

He vivido asumiendo con brío la tarea de ser cada vez mejor, he luchado con los fantasmas del anonimato y muchas veces los he vencido, he transitado los caminos del periodismo adscrito y del independiente, he tocado las puertas de la tarea humanitaria que el periodismo nos valida y finalmente, me he enamorado del periodismo investigativo que en franco coqueteo con la literatura satisface y nos engrandece, ante la voraz magnificencia de lo mediático. Y sigo aquí; luchando en mis mañanas, voceando por las calles por los que no tienen voz, escribiendo en hojas sueltas y amarrando palabras para enviar mensajes de esperanzas.

Afortunadamente la tecnología llegó para visibilizarnos, para ofrecernos ese mar de alternativas, por donde podemos navegar sin asfixiarnos, sin que nos amordacen o amenacen; para abrazar la pertinaz ilusión de que en cada lugar habrá alguien o pocos, o quizá muchos, que esperan nuestras historias, nuestros relatos, nuestros conceptos o visiones de este mundo austero pero mágico.

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